Catalina de Siena
Mi nombre es Catalina Benicasa, mejor conocida como Santa Catalina de Siena, nací en Italia el 25 de marzo de 1347. Por inspiración divina a los siete años ofrecí a Dios mi virginidad y ya en 1363, cuando supere la oposición de mi familia, inicie la vida como laca dominica en la Fraternidad Seglar de Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo. Nos dedicábamos a la oración, penitencia y ayunos. A los veintitrés años recibo la misión de dedicarme a la vida del apostolado.
Mi misión fue muy eficaz en la reforma de la iglesia, dividida por el cisma, y en la reforma de la Orden de Predicadores.
En 1375 Florencia, Perugia, una gran parte de la región Toscana de Italia y hasta los Estados Pontificios, entraron en conflicto con la Santa Sede, estos eventos ya habían sido profetizados por mí, gracias a mi fuerte oración algunas ciudades se mantuvieron fieles al Papa. El Papa al no conseguir nada con sus cartas a Florencia envió un ejército a esta ciudad y ellos decidieron buscar la reconciliación, me pidieron que fuera su mediadora, hable con el Papa, que residía en Aviñón, y puso el asunto en mis manos ya que él solo quería la paz.
Durante muchos años el papado se encontraba en Aviñón, desde el Papa Juan XXII y todos sus sucesores, y como el Papa es el obispo de Roma, los romanos se quejaban de que el Papa los había abandonado por sesenta y cuatro años, amenazaron con un cisma. El Papa Gregorio XI había hecho un voto secreto para regresar a Roma pero no se decidía por la resistencia de su corte, aprovechando mi presencia, me hizo esa consulta, y le dije que el Señor me había dado la certeza de que lo que debía hacer. El Papa decidió trasladarse a Roma y salo de Aviñón el 14 de septiembre de 1376.
Mi labor se puede entender como una labor de mediadora dentro de la Iglesia. Morí en Roma el 29 de abril de 1380 y me canonizaron en 1461, el cuatro de noviembre de 1970 fui declarada Doctora de la iglesia por Pablo VI.